26 de febrero de 2006

Un gato mira a través de una ventana, sentado y solo sobre una silla vieja. Es de día, cuelga una bolsa detrás, no hay sonido, ni tensión.
No se sabe si quiere adivinar que pasa afuera o si está mirando su reflejo.
La confusión surge tantas veces...
A menudo se mezclan la historia y la leyenda, el fondo con la forma, lo pleno con el vicio.
Lo único que se sabe, claro, es que los felinos muy pocas veces observan otra cosa que no sea a ellos mismos.